Manuel Benito Sánchez.
Alternativa Republicana Salamanca
En los procesos de transición de una forma de gobierno a otra, resulta tan importante el camino que se siga como el destino al que se desea llegar. La importancia de dicha elección es tal que, de escoger un camino equivocado puede desvirtuarse el objetivo o incluso, en el peor de los casos, conducir a un objetivo diametralmente opuesto al que originariamente se perseguía.
En lo sucesivo se señalarán algunas de las posibilidades conducentes a la transición desde la Monarquía Parlamentaria a la República, señalando los mecanismos que deben ponerse en funcionamiento según la vía que se decida explorar intentando inferir los posibles resultados.
Para comenzar, es muy importante subrayar que las vías de transición son limitadas, el éxito de las mismas depende del contexto en que se producen y, los resultados que arrojan raramente coinciden en plenitud con los postulados que las desencadenaron. A continuación se analizarán cuatro modelos o vías de transición que podrían explorarse para el caso de España. Se explicará brevemente en que consisten y se apoyaran mediante ejemplos comparativos históricos.
-Transición Pactada por la Élites: Este es uno de los modelos más habituales y del que tenemos ejemplo reciente en nuestro país. Las élites políticas desde las instituciones ponen en marcha el proceso de transición y lo conducen desde su formulación hasta el objetivo. Es el más estable y el que refleja con más fidelidad el resultado con el plan inicial.
El desencadenante para este modelo puede ser captado desde una sociedad que enfatiza por un cambio o puede responder a intereses de las propias élites que lo impulsan. Su inicio estará condicionado siempre al beneficio primario si no exclusivo de dichas élites, su situación final no será nunca formulada empeorando su posición de origen, nunca.
El ejemplo que señalamos para visualizar este modelo es la transición desde el franquismo a la monarquía parlamentaria actual. En ausencia de la principal figura del régimen las élites políticas de la época analizan el entorno y revalúan su situación, favoreciendo cuando no promoviendo de forma activa la transición, blindando su posición (ley de amnistia).
Una transición en España hacia una forma de gobierno republicano utilizando esta vía se llevaría a cabo con los principales partidos y desde las instituciones, dando como resultado una “República” muy concreta, con nombre y apellidos, sesgada por un sistema electoral poco proporcional. Podemos resumir este modelo con una afirmación muy elocuente “O hacemos la revolución desde arriba o nos la hacen desde abajo”.
-Transición por colapso o agotamiento de la institución: En este modelo se contempla una eventualidad rara (aunque no imposible y así la historia lo demuestra), la propia institución colapsa o se aparta voluntariamente, por tanto, si no podemos vincular la institución a un linaje, la institución se diluye y tendremos una república sobrevenida.
En este caso tanto las élites políticas como la sociedad juegan un papel de origen nulo o prácticamente nulo, sencillamente al ser conceptos contrapuestos, monarquía vs república, tendremos una por la ausencia de la otra. No es por tanto una vía “activa” de transición propiamente dicha al no encontrarse condicionado a un acontecimiento impulsor, pero indudablemente inicia un proceso de transición.
El ejemplo lo encontramos en la proclamación en España de la I República. Apartados los Borbones y abdicado Amadeo I de Saboya, con un trono huérfano, la única manera que tenían las élites políticas para salir del “atolladero” era proclamar la República.
En la actualidad, y tal y como está configurada la institución monárquica en España, blindada por la constitución, dotada de irresponsabilidad y sobreprotegida por los gobiernos de turno (porque con ella protegen a su vez otros privilegios menos evidentes), me aventuraría a decir que las posibilidades de encontrarnos en un futuro próximo en la situación descrita son, inexistentes.
-Transición por presión social: Este modelo requiere a priori de una sociedad activa, movilizada y con una cultura política profunda y de largo recorrido histórico (tres elementos que en este país se encuentran en la misma proporción que los yacimientos de petróleo, permitidme la licencia sarcástica). Es de todos los modelos, quizá, el que menos garantiza el resultado final en condiciones que podríamos calificar como optimas, ya que la masa social por poco heterogénea que sea, siempre lo será en cantidad suficiente como para que sea imposible crear de base unos objetivos fijos y estables.
El proceso se iniciaría a través de una demanda social masiva sobre las instituciones, provocando dos posibilidades: 1) Bien se activaría el primer modelo señalado en la presente exposición, es decir, se iniciaría una transición pactada desde las élites ó 2) si la presión es más “agresiva”, se produciría el desalojo de las instituciones constituyéndose nuevas élites encargadas de propiciar la transición bien tutelada de cerca por la sociedad en apariencia o de facto.
Para ejemplificar esta situación resulta más fácil recurrir a los recientes acontecimientos definidos como “primavera árabe”, para lo cual parece innecesario señalar que cualquiera de las situaciones observadas son perfectamente extrapolables a una eventual transición de este tipo en España, desde una inestabilidad social dilatada en el tiempo hasta una situación bélica real.
Por las razones anteriormente expuestas, un proceso de transición de este tipo en España es difícilmente esperable, aunque, decididamente no imposible.
-Transición plebiscitaria: Esta vía suele encontrar su origen en una previa degradación “lenta” del régimen anterior. Se activa normalmente tras el surgimiento, dentro del modelo a sustituir, de una corriente política favorable al cambio y debe contar con la alianza implícita y de la sociedad, pues es la sociedad la que por la vía democrática sustituirá unas élites por otras haciendo explícito el pacto y, provocando así el colapso definitivo del modelo desde dentro. Las élites alzadas electoralmente deben contar con la premisa declarativa de operar la transición una vez estén dentro, sellando así la alianza entre dichas élites políticas y la sociedad.
Este modelo, a diferencia de los anteriores, requiere de un allanamiento previo de duración indeterminada, podemos señalar varias fases y entornos: 1) la sociedad empieza a tomar conciencia de la necesidad del cambio y los individuos comienzan a aglutinarse en torno a esta idea, apareciendo grupos de demanda “cívica”. Estos grupos no aspiran a acceder de forma directa a las instituciones, pero si comienzan a lanzar contra las mismas estas demandas de cambio. En este punto, las élites políticas pueden actuar de dos formas, o bien inician una “transición pactada” o inician un proceso de blindaje y protección del modelo. 2) Si no se inicia el proceso de transición, aparecen en escena los grupos de individuos que (y siempre que el sistema lo posibilite y no se introduzcan bloqueos que lo dificulten) entran directamente en la competición electoral por acceder a las instituciones con el objetivo de operar la transición. 3) Con carácter previo al asalto electoral a las instituciones, se encuentra el periodo de negociación entre la sociedad y la “élites aspirantes a operar el cambio”, este proceso dará forma al objetivo perseguido con la transición. 4) Se produce la llegada de las nuevas élites a las instituciones por la vía democrática en un contexto en el que, el orden jurídico constitucional previo no resiste el empuje democrático produciendo el plebiscito.
El ejemplo de este modelo es el que encontramos en la proclamación de la II República.
Esta es de las vías expuestas, la más plausible teniendo en cuenta la concurrencia de las premisas señaladas en el modelo teórico con la realidad social y política actual.
Evidentemente no se han descrito todos los modelos de transición posibles, de igual manera que se pueden construir modelos híbridos. Si acaso, he señalado de forma breve algunos que bien se pueden dar habitualmente o aquellos que pueden trabajarse en perspectiva comparada.
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