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La III República, desatemos lo bien atado.



Ramón García Hernández.
Secretario de Comunicación de Alternativa Republicana.
Afiliado de la Agrupación Provincial de Salamanca.

Se cumplirán el próximo día 6 de diciembre 36 años desde la aprobación en referéndum de la actual Constitución española, piedra angular del régimen de la transición, que en los últimos tiempos no para de emanar hedores de descomposición. Los valedores del actual status quo andan algo confundidos buscando soluciones para el mal olor sin darse cuenta de que la pseudodemocracia postfranquista está muerta, incapaz absolutamente de dar respuestas a los principales problemas de los ciudadanos.

Es en este sentido muy relevante el artículo que el director del diario “El Mundo” Casimiro García Abadillo publicaba el pasado domingo bajo el título “La segunda Transición o la III República”. Al máximo responsable de uno de los medios más poderosos en términos de influencia en la clase gobernante y vocero de sus intereses cuando le ha convenido no se le pasan por alto muchos de los síntomas que han aflorado particularmente en los largos años que llevamos de crisis económica.

Es obvio que no se puede ocultar la corrupción generalizada que invade a los grandes partidos dinásticos, ni los dramas del paro, los desahucios, la pobreza infantil o la emigración de nuestra generación más preparada de la historia. Tampoco es posible obviar el desmantelamiento acelerado de los frágiles pilares de lo que fue un modesto Estado de Bienestar (sanidad, educación, dependencia…).

También se refiere el director de El Mundo a la problemática planteada en Cataluña a lo largo de los últimos meses con una interpretación algo sesgada de los acontecimientos.

La alarma acumulada que produce esta constelación de desastres para que se mantenga la actual estructura de poder tiene un remedio para García Abadillo: Reformemos la Constitución actual, entre otras cosas para “para recuperar el espíritu de la Transición, la concordia”. De nuevo, el dulce sabor del consenso: “un gran pacto nacional entre el PP y el PSOE que pueda servir de base para afrontar un futuro inmediato caracterizado por la fragmentación política”

Cuando se pone consenso debemos leer componenda de las élites que manejaban el país durante el franquismo y que siguen perviviendo con sus fieles escuderos llamados PP y PSOE. Cuando dicen concordia es pisotear la única verdadera legalidad, la de la II República, que fue arrasada a sangre, fuego y olvido durante los años de dictadura franquista y en los reinados de sus sucesores borbónicos. Ya se sabe: Todo quedó atado y bien atado.



Fue durante la II República cuando el pueblo español tomó por fin el destino en sus manos y eso fue demasiado para el poder de la rancia España eterna. Pero el miedo persiste: Mucho inquieta el ascenso de Podemos o la veleidades independentistas de Cataluña, pero el propio director de El Mundo lo dice bien claro:

“Si los grandes partidos no dejan en un segundo plano su tacticismo y no piensan más en el país, en los ciudadanos; si no son más generosos, estaremos ante un riesgo real de que pueda proclamarse una Tercera República, con todo lo que ello lleva consigo.

(…)Insisto: o afrontamos una segunda Transición, o nos arriesgamos a una Tercera República.”

¿Por qué les inquieta la III República de tal manera? ¿Qué lleva consigo? Pues ni más ni menos que la emancipación de los ciudadanos y ciudadanas españoles para decidir por sí mismos sin ataduras ni amenazas como quieren organizarse territorialmente, que servicios públicos desean y como sufragarlos, como afrontar los problemas económicos y sociales en beneficio de la colectividad y no de unos pocos como ha sido hasta ahora, olvidarse de tutelas militares y religiosas, de reyes corruptos que nos venden como semidioses. Eso es lo que temen ahora como lo temieron en 1931.

La III República es el proyecto integrador de todas las luchas y demandas políticas, económicas y sociales. En las manifestaciones del pasado junio al hilo de la coronación del heredero (un poco de cosmética para intentar tapar vergüenzas) ya lo pudimos entrever y por ello la reacción represiva y silenciadora del régimen. Las fuerzas que apuestan por el cambio de verdad, por la auténtica democracia no pueden cerrar los ojos a que la salida tiene solo un nombre: Tercera República Española.

Seamos valientes y trabajemos por ello sin dejarnos distraer por falsos consensos ni reformas en la cáscara para que los de siempre sigan al mando.

¡Abajo la Constitución del 78 y su régimen!

¡Viva la III República!

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